18.1.07

¿Carrera magisterial?


Hola a tod@s:
Estoy de vacaciones así que tengo un poco más de tiempo para leer y participar. Y el debate sobre la evaluación docente en Perú ha sido un disparador de reflexiones. Me llama la atención que terminados los días de la evaluación, tanto Gonzalo como José y otras voces que ambos difunden coincidan en la importancia de sancionar una ley para la Carrera Magisterial.
El lema parece ser: "luego de la evaluación hay que ordenar el trabajo docente". La "calidad educativa" se juega en la forma como el Estado administra, ordena, controla y disciplina la fuerza de trabajo docente. En este sentido aparece una norma legal como pie a un orden administrativo que alterará la subjetividad de una fuerza laboral que ha sido un tanto reacia a los cambios que los lúcidos e ilustrados administradores estatales tienen para ofrecer.
En el primer lustro de la década del 90 México fue uno de los primeros países de América Latina en reformar la organización laboral docente. Esa reforma, conocida como "Carrera Magisterial", ha sido uno de los referentes discursivos y políticos que circulan por la región como paradigma de orden laboral. El texto que difunde José de un tal Ricardo Morales sugiere que la reforma laboral que propone para Perú no está tan lejos de la mexicana. En Argentina también han vuelto a circular tras la sanción de una nueva ley de educación discursos que proponen una organización laboral por el estilo. ¿Mejoró la educación mexicana a partir de esa reforma? ¿Hay evaluaciones al respecto tras más de diez años de "Carrera Magisterial"?
Me gustaría hacer algunos comentarios para aportar al debate sobre el trabajo docente. Las carreras laborales fueron - y no es casual el uso del pasado - una poderosa forma de organizar el trabajo en la modernidad. Fueron un dispositivo tanto normativo-legal como subjetivo que ordenó el trabajo, particularmente de los sectores administrativos (los cuellos duros) del sector público y el privado. Una carrera laboral imponía una serie de estratos o hitos hasta llegar a una meta tanto objetiva como subjetiva que se expresaba en mejores remuneraciones, status, jerarquía, poder, etc. Se sustentaban en una poderosa idea de futuro en un orden moderno sólido. La metáfora weberiana de la "jaula de hierro" que caracterizó esos viejos órdenes burocráticos se puede leer tanto como una cárcel oscura (basta para ello ver las oficinas de la maravillosa película "Brasil") como una sólida organización de la vida, la subjetividad y el carácter.
Mi hipótesis es que en el actual capitalismo las carreras laborales no se van a poder sostener. No por su orden normativo-legal-administativo sino por las subjetividades que portan los sujetos de nuestra época, al menos en Occidente. Disculpen si cito. Me encanta la frase de Dan Lortie (hay que leer su maravilloso "Schoolteacher", lástima que ninguna editorial hispana se jugó por su traducción) donde afirma que los trabajos constituyen a la gente. Es una frase de un tono que expresa absoluta modernidad. La identidad moderna se constituyó fuertemente en torno al trabajo/empleo que desempeñaban los sujetos. Ante la pregunta "¿qué eres?" un sujeto moderno daba casi con seguridad como marca de su identidad su profesión: "soy empleado", "soy médico", "soy maestro". Esos trabajos se desempeñaron en ámbitos sólidos donde la organización en forma de carrera era fundamental.
Hoy eso cesó. No como orden objetivo porque muchísimos campos laborales todavía se organizan en forma de carrera, sino por el orden discursivo laboral dominante que emana de los ambientes más dinámicos de la organización laboral capitalista. Las empresas más importantes han desarmado - particularmente en sus núcleos de mando - toda noción de carrera. La carrera puede ser individual pero no al interior de una misma organización. Se hace carrera circulando no por los años transcurridos en el mismo empleo. Las formas laborales de los actuales administradores de Estado se asemejan al orden de las empresas privadas. Alta circulación, poca pertenencia, contratos flexibles, mínima seguridad laboral. Se parecen más a los consultores que "tocan y se van" por sus trabajos casi a término que a los administradores estatales de carrera de no hace muchas décadas.
La fluidez de la época y las subjetividades que se configuran van a dificultar que los sujetos se apropien de una carrera. Esta idea implica futuro, objetivos, compromisos laborales sostenidos y algo que el trabajo en el capitalismo tardío no puede garantizar: posponer la satisfacción a futuro. Las identidades consumidoras necesitan satisfacción instantánea, presente. "Lo quiero ya". Una carrera laboral significa que pospongo mi satisfacción hacia el futuro. Algunos maestros lo podrán hacer. Muchísimos no. Esto no quiere decir que no tiene que haber un orden laboral. Pero pensemos las limitaciones de las propuestas que circulan para no ir siempre atrás de espejos de colores que prometen una "mejora" difícil de lograr. No estamos frente a una crisis de la educación que puede ser analizada desde lógicas nacionales. Estamos frente a una enorme metamorfosis epocal que requiere de nuestra máxima imaginación.
Saludos cordiales, Gustavo Mórtola, Argentina.

5 comentarios:

Rosa María Torres del Castillo dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Rosa María Torres del Castillo dijo...

Amigas y amigos,
Me parece interesante lo que señala Gustavo Mórtola acerca de las limitaciones que se presentan en la actualidad para estructurar una carrera magisterial y, en general, una carrera profesional. La inseguridad laboral y la incapacidad de posponer la satisfacción inmediata parecen bloquear toda posibilidad.
Sin embargo, sostendría yo que en la actualidad sí existe una carrera magisterial, pero organizada sobre criterios que no apoyan el desarrollo de una política educativa nacional. Más de la mitad de los docentes del sector público son nombrados, lo que les brinda un elevado nivel de estabilidad laboral. Existe una estructura de carrera (en la Ley del Profesorado 24029, de 1984) basada en la antigüedad y en la acumulación de certificados. Es esta Ley que los dirigentes del SUTEP plantean que siga vigente y se ponga en práctica.
En este contexto, creo que no se está discutiendo si creamos o no una carrera magisterial, sino si mantenemos, mejoramos, o destruimos la carrera magisterial existente. Esto último es lo que algunos congresistas del fujimorismo han planteado: que cualquiera pueda ejercer la docencia con tal que tenga un título profesional en cualquier otra carrera.
Yo por mi parte creo que el tema de la carrera magisterial debe ser discutido, y sería un excelente punto de partida para reflexionar sobre el tema docente en general, pero es necesaria una visión de conjunto que abarque muchos otros factores. En primer lugar es necesario superar la visión del sistema educativo como algo referido al sector educación. Es decir, identificar educación con escolaridad. Las posibilidades de educarse se generan en muchos ámbitos, y mucho antes que la persona nazca y vaya a la escuela. El estado que limita la preocupación educativa a lo que pasa en el aula se pierde el noventa por ciento de las posibilidades de educar.
En segundo lugar, dentro de los problemas realmente propios del Ministerio de Educación, se debe valorar el real peso específico del docente. El sistema educativo no es sólo el docente. Temas como el presupuesto, la transparencia, la participación de la comunidad, la gestión de la escuela, etc., son parte integrante de un sistema educativo, con tanta importancia como una carrera docente.
Saludos,
Gonzalo Cobo
gonzalocobogonzales@yahoo.com
Lima - Perú
22,enero,2007.

Rosa María Torres del Castillo dijo...

Gonzalo:
Coincido con sus planteamientos: la carrera docente no puede premiar el aguante en el puesto, sino resultados. Un médico que no demuestra logros en el re-equilibrio de la persona en función de las nuevas exigencias pierde pacientes. El docente que no sintoniza con las exigencias del futuro en el que vivirán sus alumnos y que no desarrolla nuevas destrezas en función de nuevos comportamientos se convierte a sí mismo en un antidiluviano. Esto no se puede premiar.

Saludos,
Leonardo Izurieta

Rosa María Torres del Castillo dijo...

Saludos a tod@s :

Desde México un saludo a los docentes de esta comunidad virtual, comparto, a partir de mi experiencia, algunas reflexiones en torno a la Evaluación de los docentes.

En nuestro país el estímulo de "Carrera Magisterial" se aplica únicamente a los compañeros que logran con muchos esfuerzos cumplir con los requisitos de "evaluación" que considera este programa, y quienes acceden realmente son congruentes con el nivel en el que son ubicados y el trabajo docente que realizan cotidianamente en sus escuelas a pesar de las condiciones laborales tan precarias e injustas en las que se encuentran, las cuales NO son consideradas en este proceso de evaluación.

Me queda claro que una inmensa mayoría de docentes a pesar de que existiera una "carrera magisterial" seguiríamos educando con la misma mística y entrega que surge por el contacto cotidiano con nuestra gente, como un gesto de solidaridada sus necesidades y esperanzas que también son nuestras !!!

Y, sin embargo, las necesidades de desarrollo social y cultural de una inmensa mayoría de mexicanos en situaciones de pobreza continúan sin mejorar, habría que sugerirle al Estado que implementara también programas de evaluación para determinar la "calidad" con la que se están satisfaciendo estas necesidades, (las cuales por cierto no sólo le corresponden a la educación) y que con el mismo ahínco con el que se sigue la evaluación docente se valorara el grado en el que se están satisfaciendo estas necesidades por demás olvidadas.

Comparto con Gustavo Mórtola que nuetros tiempos están experimentando una metamorfosis epocal que intenta zafarse del discurso de la modernidad en el que se pensaba a la educación solamente desde una lógica de mercado sometiéndola a relaciones puramente económicas. La educación necesita pensarse desde otra lógica; en la que las relaciones entre las personas sea mediada por el valor fundamental de la vida humana, no importando las condiciones "accidentales" en las que nos tocó llegar a este planeta. Necesitamos enfrentar esta metamorfosis con imaginación, voluntad, esperanza, tolerancia y solidaridad universal.
Un saludo fraternal a quienes compartan o no este sueño !!!!
Hasta pronto.
México, enero 18, 2007.
Felipe Garcia
felipgarji@yahoo.com.ar

Rosa María Torres del Castillo dijo...

Hola:

Coincido con el aporte de Gustavo Mórtola en lo que se refiere a la improcedencia de organizar y sostener carreras laborales y más aun, desde la rigidez de una ley.
Además de los argumentos que aporta, como la fragmentación, la satisfacción inmediata, entiendo que se podría agregar la anomia y especialmente el hecho de buscar en una norma aquello que no se puede lograr con debates y acuerdos.

Las leyes en general no pueden constituir el principio de ordenamiento sino el respaldo para el ejercicio de una ciudadanía con libertad y equidad. De alguna manera, la actitud que busca ser legitimada desde algún poder supone que no cree que de otra manera fuera aceptada la medida, o desestima íntimamente la bondad de la pretendida ley o la propia capacidad de los actores para promover el diálogo necesario.

También se suele argüir el tiempo que llevaría este proceso, sin reconocer que una ley que no cuenta con la base de consenso necesaria, no es en definitiva una ley democrática.

Cuando Gonzalo Cobo escribe: “Valdría la pena preguntarse cómo están siendo formados y capacitados los docentes en el área de evaluación”, una pregunta al revés podría inquirir desde qué lugar se plantea –con muchos otros- la pregunta por la formación: ¿desde dentro, desde fuera, desde arriba o desde abajo?

Añadiría finalmente que educar es una profesión muy ligada al proyecto de la Modernidad; tanto que muchas veces olvidamos que para muchos ya se acabó, y a esto lo llaman Posmodernidad, con todo lo que ello implica.
Solo un aporte.

María Antonieta Teodosio
maria_antonieta@ciudad.com.ar
La Plata - Argentina
20 enero 2007