10.1.07

Con los actuales maestros debemos mejorar - Ricardo Morales Basadre S.J.

La República. Miércoles, 10 de Enero 2007

No nos podemos engañar; nuestra educación no responde a los requerimientos del desarrollo del país en proceso de crecimiento y de inserción en el mundo globalizado. Los diferentes diagnósticos llevados a cabo desde diferentes ideologías y con diversos instrumentos de investigación, coinciden en señalar la inoperancia y la falta de pertinencia de la educación peruana. Hay que reconocer que los intentos de reformas estructurales, de cambios anunciados como los definitivos y necesarios, terminan quedándose en buenas intenciones, sin lograr un impacto significativo en superar el rezago de la baja calidad de nuestra educación.

Ante estos resultados, gravemente deficientes, es fácil caer en la tentación de culpar a los maestros, a su mala preparación y negligencia, por la situación inaceptable de nuestra educación que nos coloca entre los países con los índices más bajos de calidad y equidad. Sin embargo, sabemos que la mala educación es la consecuencia de un conjunto de causas que van más allá del desempeño de los docentes y se refiere a factores en esencia extra educativos, a un conjunto de políticas que deben articularse para hacer de la educación "la política central", la que dé horizonte y sentido a las demás políticas, por que tiene que ver con el desarrollo humano de los peruanos, sin el cual no hay crecimiento económico y social, ni construcción de una democracia auténtica.

Se comenta la necesidad de mejorar la formación inicial y la capacitación en servicio de los maestros, y prepararlos así para un mejor desempeño profesional. Es verdad, pero tenemos que ver al maestro en su realidad integral. Es necesario aceptar que muchos docentes están desalentados, desmotivados, con baja autoestima y poco aprecio por su profesión. Se sienten poco reconocidos por la sociedad, angustiados por la remuneración insuficiente que los obliga a buscarse la vida a través de otros trabajos ajenos a su labor docente. Es necesario comprender que con los 300,000 maestros y maestras hoy en servicio tenemos necesariamente que contar en los próximos veinte años para superar el atraso educativo. Por ello su bienestar, su moral y su compromiso son exigencias insoslayables de una política magisterial. En lo que respecta a la formación y capacitación de los maestros, hace tiempo que los institutos pedagógicos y universidades que las ofrecen, han debido ser declarados en emergencia. El "Sistema Nacional de Evaluación, Acreditación y Certificación" tiene allí una tarea inmediata y urgente.

Por otro lado, el SUTEP y el magisterio en general deben combinar de manera equilibrada sus justas demandas remunerativas y de otras condiciones laborales, con su compromiso responsable por levantar la calidad de la educación pública y el mejoramiento exigente de su formación permanente, fortaleciendo así su compromiso social y su identificación con la causa de los más pobres, los excluidos y marginados de los servicios educativos.

No se trata de desconocer la responsabilidad profesional del magisterio peruano por el bajo nivel de nuestra educación. Pero ciertamente no es el único factor del fracaso educativo. Si no concurren otras condiciones indispensables de educabilidad de los niños y adolescentes peruanos, nutrición, salud, afecto, protección social y jurídica, no es mucho lo que se puede hacer.

En relación con la evaluación de los maestros, pienso que la "cuestión docente" requiere, como ya he indicado, un tratamiento integral. Por ello, ya obra en poder del Congreso un proyecto de Carrera Pública Magisterial propuesto por el MED en el gobierno anterior, discutido con el SUTEP, ampliamente consultado en la base y a nivel de expertos, y entregado al Poder Legislativo para su aprobación. La carrera incluye niveles, procesos permanentes de evaluación para el ascenso sobre la base no solo de antigüedad en el servicio y conocimientos, sino también evaluaciones de desempeño y de identificación con los requerimientos de la escuela y su comunidad. Por supuesto incluye también incentivos e incrementos remunerativos.

En este mismo sentido, la aprobación por el gobierno mediante Decreto Supremo del Proyecto Educativo Nacional como política de Estado y Sociedad, es un paso histórico para la revaloración social de la profesión docente. Por último, en este recurrente conflicto entre el SUTEP y el MED, pienso en las negociaciones que se llevan a cabo entre el Estado patrón y el sindicato de trabajadores. Me pregunto si, tratándose de un servicio público, no deberían participar como principal parte afectada por cualquier arreglo, los destinatarios del servicio: los padres, los estudiantes, los trabajadores no docentes y la comunidad. Si esto llegara a suceder y se requiriese de los beneficiarios de la educación que "ratificasen los acuerdos laborales", pronto terminaríamos con las simulaciones, manejos políticos y complicidades que toleramos y con las que nos gusta engañarnos a los peruanos.

(*) Miembro del Consejo Nacional de Educación.

3 comentarios:

Rosa María Torres del Castillo dijo...

Iniciamos en el Perú el necesario debate después de la evaluación. Ayer escribí sobre una agenda pendiente. Hoy, un educador de la talla de Ricardo Morales, miembro del Consejo Nacional de Educación, y de la primera Reforma Educativa de los años 70, nos da su palabra que exige y merece toda la atención. Debemos pasar de las posiciones autoritarias que han primado en esta primera etapa que ha sido un diálogo de sordos, a la discusión democrática y participante de sus principales, y de todos los actores de la comunidad educativa, para avanzar en una educación verdaderamente liberadora para una sociedad con justicia y con paz social al servicio de la persona humana.
Superar definitivamente el "buscar la paja en el ojo ajeno para ir reconociendo la viga que se tiene en el propio". Los que pretenden seguir con el estilo de amedrantamiento y de doblegar al "contrincante", con el estilo de estrategias de dominación, y de imposición, privilegiando el uso y el abuso de la fuerza física o jurídica, de las concepciones policiacas o violentistas, lo único que lograrán, será el encerramiento en posiciones estériles que no reconocerán nunca que ha sido un error fatal tratar de echar la culpa de la crisis de la educación en el país, a los maestros, olvidando que la gran mayoría de ellos, provienen por las características de un país subdesarrollado como el nuestro, de los grupos humanos más excluídos, pobres y maltratados.
Los responsables principales de la calidad de los aprendizajes, no son los maestros. ¿Quiénes son? ... Y, si queremos ir a la solución de los problemas, debemos reconocer, que una, dos o tres pruebas, aunque necesarias dentro de un proceso integral de medidas y acciones coherentes, no nos ayudarán a salir del entrampamiento en el que nos encontramos, ni de la necesaria formación con fines y objetivos claramente definidos. Que con un docente precarizado, inestable, contratado para ser sometido a los poderes de turno, no habrá tampoco solución posible. ¿Qué porcentanje de los profesores se encuentran en esta situación?... ¿Cuántos de los que han participado en la evaluación son inestables en sus puestos?... Su estima, dignificación y respeto a sus derechos es condición sine que non, para iniciar la revolución educativa. Sin reconocimiento de derechos y deberes de las partes no habrá salida, sino, continuaremos solamentre con discursos y palabras huecas. Pasemos , ahora, del conflicto, con características antipedagógicas y autoritarias, al diálogo constructivo, consensuado, entre todas las partes afectadas. Pensemos y saquemos las consecuencias necesarias de lo que nos dice, en este artículo el P. Morales. Nos ofrece una linda agenda de trabajo.
José Rouillon
Foro Freire.

Rosa María Torres del Castillo dijo...

Hola a tod@s:

Estoy de vacaciones así que tengo un poco más de tiempo para leer y participar. Y el debate sobre la evaluación docente en Perú ha sido un disparador de reflexiones. Me llama la atención que terminados los días de la evaluación, tanto Gonzalo como José y otras voces que ambos difunden coincidan en la importancia de sancionar una ley para la Carrera Magisterial. El lema parece ser: "luego de la evaluación hay que ordenar el trabajo docente". La "calidad educativa" se juega en la forma como el Estado administra, ordena, controla y disciplina la fuerza de trabajo docente. En este sentido aparece una norma legal como pie a un orden administrativo que alterará la subjetividad de una fuerza laboral que ha sido un tanto reacia a los cambios que los lúcidos e ilustrados administradores estatales tienen para ofrecer.

En el primer lustro de la década del 90 México fue uno de los primeros países de América Latina en reformar la organización laboral docente. Esa reforma, conocida como "Carrera Magisterial", ha sido uno de los referentes discursivos y políticos que circulan por la región como paradigma de orden laboral. El texto que difunde José de un tal Ricardo Morales sugiere que la reforma laboral que propone para Perú no está tan lejos de la mexicana. En Argentina también han vuelto a circular tras la sanción de una nueva ley de educación discursos que proponen una organización laboral por el estilo. ¿Mejoró la educación mexicana a partir de esa reforma? ¿Hay evaluaciones al respecto tras más de diez años de "Carrera Magisterial"?

Me gustaría hacer algunos comentarios para aportar al debate sobre el trabajo docente. Las carreras laborales fueron - y no es casual el uso del pasado - una poderosa forma de organizar el trabajo en la modernidad. Fueron un dispositivo tanto normativo-legal como subjetivo que ordenó el trabajo, particularmente de los sectores administrativos (los cuellos duros) del sector público y el privado. Una carrera laboral imponía una serie de estratos o hitos hasta llegar a una meta tanto objetiva como subjetiva que se expresaba en mejores remuneraciones, status, jerarquía, poder, etc. Se sustentaban en una poderosa idea de futuro en un orden moderno sólido. La metáfora weberiana de la "jaula de hierro" que caracterizó esos viejos órdenes burocráticos se puede leer tanto como una cárcel oscura (basta para ello ver las oficinas de la maravillosa película "Brasil") como una sólida organización de la vida, la subjetividad y el carácter.

Mi hipótesis es que en el actual capitalismo las carreras laborales no se van a poder sostener. No por su orden normativo-legal-administativo sino por las subjetividades que portan los sujetos de nuestra época, al menos en Occidente. Disculpen si cito. Me encanta la frase de Dan Lortie (hay que leer su maravilloso "Schoolteacher", lástima que ninguna editorial hispana se jugó por su traducción) donde afirma que los trabajos constituyen a la gente. Es una frase de un tono que expresa absoluta modernidad. La identidad moderna se constituyó fuertemente en torno al trabajo/empleo que desempeñaban los sujetos. Ante la pregunta "¿qué eres?" un sujeto moderno daba casi con seguridad como marca de su identidad su profesión: "soy empleado", "soy médico", "soy maestro". Esos trabajos se desempeñaron en ámbitos sólidos donde la organización en forma de carrera era fundamental.

Hoy eso cesó. No como orden objetivo porque muchísimos campos laborales todavía se organizan en forma de carrera, sino por el orden discursivo laboral dominante que emana de los ambientes más dinámicos de la organización laboral capitalista. Las empresas más importantes han desarmado - particularmente en sus núcleos de mando - toda noción de carrera. La carrera puede ser individual pero no al interior de una misma organización. Se hace carrera circulando no por los años transcurridos en el mismo empleo. Las formas laborales de los actuales administradores de Estado se asemejan al orden de las empresas privadas. Alta circulación, poca pertenencia, contratos flexibles, mínima seguridad laboral. Se parecen más a los consultores que "tocan y se van" por sus trabajos casi a término que a los administradores estatales de carrera de no hace muchas décadas.

La fluidez de la época y las subjetividades que se configuran van a dificultar que los sujetos se apropien de una carrera. Esta idea implica futuro, objetivos, compromisos laborales sostenidos y algo que el trabajo en el capitalismo tardío no puede garantizar: posponer la satisfacción a futuro. Las identidades consumidoras necesitan satisfacción instantánea, presente. "Lo quiero ya". Una carrera laboral significa que pospongo mi satisfacción hacia el futuro. Algunos maestros lo podrán hacer. Muchísimos no.

Esto no quiere decir que no tiene que haber un orden laboral. Pero pensemos las limitaciones de las propuestas que circulan para no ir siempre atrás de espejos de colores que prometen una "mejora" difícil de lograr. No estamos frente a una crisis de la educación que puede ser analizada desde lógicas nacionales. Estamos frente a una enorme metamorfosis epocal que requiere de nuestra máxima imaginación.

Saludos cordiales,

Gustavo Mórtola (Argentina)

Unknown dijo...

Que lastima que el blog no se sigio actualizando. El contenido es bastante interesante.