La evaporación del conflicto
Perú 21. Domingo, 31 de diciembre de 2006
spedraglio@peru21. com
El 2007 se avecina y, con vistas a un año movido, vale la pena recoger la idea de que una democracia sin conflictos sociales y políticos, y sin los mecanismos institucionales necesarios para resolverlos, no es una verdadera democracia. Aun guardando formas como la elección de las autoridades o las garantías de determinados derechos, si no se acepta que el conflicto es consustancial con un régimen democrático, tarde o temprano terminará por instalarse un sistema autoritario. Durante los años de gobierno de Alberto Fujimori, por ejemplo, hubo muchos procesos electorales o consultas ciudadanas en el Perú; pero se instauró el autoritarismo.
En el país, la idea de que todo conflicto crea únicamente problemas es una herencia política de la vida republicana, reproducida de la mano de la exclusión social, la visión estamental de la sociedad y la intolerancia política. En el pasado cercano se alimenta de la hiperinflació n y sobre todo de Sendero Luminoso, justificadores de la existencia y del sostenimiento del fujimorismo. Muy a menudo, todo movimiento de protesta se percibe y presenta de manera mediática como una amenaza para el sistema político; y por si fuera poco, como un cuco para el crecimiento de la economía.
No es que este temor al conflicto social se haya convertido ahora en política de Estado, pero el 2007 será bastante más agitado que los seis últimos meses. Si los gobernantes -en especial el presidente-, no tienen claro cómo manejar los problemas sociales embalsados y los procedimientos para canalizarlos, terminarán por achacárselos a Sendero Luminoso, a Patria Roja, a las organizaciones no gubernamentales, a los curas "rojos" o incluso a Hugo Chávez. En lugar, claro está, de verlos como una oportunidad para conocer y resolver las dificultades por las que atraviesa la población.
Porque está claro que no habrá una mejor distribución del ingreso, si los perjudicados con la actual no protestan. Es el caso no solo del magisterio, sino también de las poblaciones que viven en torno a las empresas mineras, las explotaciones de gas o de petróleo, así como de los trabajadores agrarios y otros como los cocaleros. Más aun, el crecimiento de la economía -con desigualdad social- y las consiguientes ganancias no aminoran la disputa; la encienden, le otorgan razón de ser. Desde otro ángulo, se puede afirmar lo mismo en torno a la resistencia para impulsar una verdadera reforma tributaria que anule, por ejemplo, las exoneraciones financieras y bursátiles.
Es obvio que no se habla de protestas que apelan a la violencia, ni de las que sirven de punta de lanza a la intolerancia política. Sin embargo, conviene recordar que la voluntad de polarizar, la prepotencia y la resistencia a ceder en muchas ocasiones tienen por fuente a los dueños del capital, que se resisten a tratar a los demás como sus iguales.
Así como los gremios empresariales se organizan y presionan para obtener ventajas, lo cual es válido y no asusta a nadie, es política y económicamente sano que los de la otra vera planteen sus demandas y batallen por mejorar sus condiciones de vida. Con esta sencilla premisa, ya es tiempo de que los que gobiernan acepten que, en una realidad como la del Perú, no habrá democracia realmente existente si no se mantienen vivos los conflictos políticos y sociales.
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1 comentario:
Es necesario adquirir criterios, principios y
formación política. "Soy sustantivamernte político y adjetivamente
pedagogo" -Paulo Freire-:
Algunas ideas para reflexionar en este fin de año del artículo de
Santiago Pedraglio y que nos sirvan de pauta para nuestra práctica
social. Recomendamos igualmente las 103 frases seleccionadas de Paulo
Freire, nuestra Declaración de Principios, nuestros fines y objetivos, que
están en nuestra Pág.web.
1. Una democracia sin conflictos sociales y políticos, y sin los
mecanismos institucionales necesarios para resolverlos, no es una
verdadera democracia.
2. No es que este temor al conflicto social se haya convertido ahora
en política de Estado, pero el 2007 será bastante más agitado que
los seis últimos meses. Si los gobernantes -en especial el presidente-,
no tienen claro cómo manejar los problemas sociales embalsados y los
procedimientos para canalizarlos, terminarán por achacárselos a
Sendero Luminoso, a Patria Roja, a las organizaciones no gubernamentales, a
los curas "rojos" o incluso a Hugo Chávez. En lugar, claro está, de
verlos como una oportunidad para conocer y resolver las dificultades por
las que atraviesa la población.
3. No habrá una mejor distribución del ingreso, si los perjudicados
con la actual no protestan. Es el caso no solo del magisterio, sino
también de las poblaciones que viven en torno a las empresas mineras,
etc.
4. No se habla de protestas que apelan a la violencia, ni de las que
sirven de punta de lanza a la intolerancia política.
5. La idea de que todo conflicto crea únicamente problemas es una
herencia política de la vida republicana, reproducida de la mano de la
exclusión social, la visión estamental de la sociedad y la
intolerancia política. ... Muy a menudo, todo movimiento de protesta se percibe y
presenta de manera mediática como una amenaza para el sistema
político; y por si fuera poco, como un cuco para el crecimiento de la
economía.
José.
El Foro Freire.
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