5.4.08

La cultura “combi” en la educación peruana, por Luis Miguel Saravia

En el régimen del inculpado A. Fujimori, en su afán por granjearse el reconocimiento popular con medidas de impacto, ante el problema del transporte de Lima, que hacía perder muchas horas de trabajo, por falta de líneas y escasez de medio, permitió que quien tuviera un transporte disponible –fuera ómnibus, camioneta rural (combi) u otro medio, pudiese brindar el servicio. Además, en una coyuntura marcada fuertemente por la desocupación, bajos salarios, inflación y otros, cualquier medida era buena, pero no se sabían las consecuencias. Este “shock”, dijeron, sería momentáneo. Indudablemente la medida fue muy aplaudida, las calles de Lima se vieron surcadas sobre todo por pequeñas camionetas rurales adaptadas, no para llevar seres humanos, sino para llevar la mayor cantidad de pasajeros, sin importarles la comodidad, el aseo, los antecedentes de los choferes. Este transporte que nació sin respeto a las reglas de tránsito y a lo que recomiendan los portafolios de un servicio público, hizo tabla rasa del respeto, del cuidado, de la observancia de las reglas del manejo y conducción de pasajeros, de los paraderos que ordenaban, en fin al punto que los atropellos, las muertes, por exceso de velocidad –con tal de ganar pasajeros- empezaron a invadir los titulares, etc. al punto que se ha llegado a acuñar la palabra “cultura combi” para referirse a quienes no tienen respeto ni a la ley ni a la persona, sólo les interesa ganar y queda de lado la calidad del servicio. Hoy nadie quiere a las combis.

Esta introducción histórica extensa es para refrescar la memoria de quienes hemos vivido y sufrimos aquellas medidas de las cabecitas brillantes de nuestra política nacional y por su parecido con lo que hoy ocurre con la educación. Lúcidos generadores de opinión –que por años han levantado la bandera de que cualquiera puede ser docente- vuelven a la carga con una oferta que no tiene clientes, que es la sinrazón de la pedagogía, que es el atropello más grande que se le puede hacer a un docente. El pretexto es la crisis que existe en la educación. Ésta se arregla tomando medidas “shock”. Hoy proponen un “shock de capacitación”, proponen cerrar Institutos y Facultades, convocar a los mejores profesionales para que reemplacen a los docentes que concursan por plazas vacantes, etc.


Es fácil correr en una buena ola cuando el mar está encrespado, es fácil predicar después de una guerrilla mediática que hace poner a los docentes como los profesionales más incompetentes (no niego que los haya). ¿Por qué? ¿Existe realmente el interés de mejorar la educación? ¿Qué modelo se quiere aplicar?

La columna del responsable de opinión y política del diario El Comercio (02.04.08) llama la atención en su artículo “La carrera a contracorriente del Ministro Chang”. Plantea que al ministro Chang “…
como el viejo gerente general de una empresa: le gusta estar en operaciones al mismo tiempo que pretende ocuparse del horizonte. Esta doble función, en tiempos modernos de gestión y en una personalidad ejecutiva como él, podría entrañar un serio riesgo de mando vertical, que es lo que justamente argumentan muchos de sus críticos.”

Esa visión y don de mando que le atribuye el periodista, nos gustaría apreciarla en la gestión del Ministerio de Educación... ¿Se ha rendido cuenta de lo que ha significado la inversión y los resultados de la evaluación censal? ¿Y los resultados de la Formación en Servicio? ¿Cuáles son los resultados que puede mostrar en materia pedagógica el Ministerio de Educación en la actual gestión? Silencio y evasivas es la consigna...

¿Y por qué no es capaz de hacer lo posible por derogar el Decreto Legislativo Nº 882 (Ley de Promoción de Inversión en la Educación), norma que ha permitido la proliferación de los institutos donde se imparte la carrera de Educación. ¿No está enterado? ¿Acaso no saben los asesores y vice-ministros?

Mientras no exista una Ley de Carrera Pública, seguiremos con los puestos de confianza que hacen y deshacen de leyes, directivas, normas y recomendaciones.

Se quiere tomar el modelo “combi” como la solución a la crisis educativa. Los choferes profesionales que aún manejan las pocas líneas que quedan como empresas, saben de lo que se trata cuando tienen como herramienta de trabajo un servicio público.

Ante los cantos de sirena que indican que son otros profesionales los que elevarán la calidad de la educación, le decimos a los generadores de opinión que esta experiencia se ha dado años ha. ¿Saben los iluminados que en nuestras provincias desde hace años médicos, odontólogos, ingenieros, y otros profesionales ejercían la docencia por carencia de personal especializado? ¿Qué se obtuvo? Estudiantes que no comprendían, repitentes, desertores, porque estos profesionales no tenían la competencia pedagógica desarrollada, ni podían tenerla porque no era su vocación. ¿Saben estos profesionales qué significa educación intercultural? ¿qué el Perú es plurilingüe y multicultural y que cada región y cada escuela y niño requiere una manera diferente de educar?

¿Habrán profesionales liberales de calidad que quieran dejar Lima o la capital de región para –como dicen- “enterrarse” en una provincia o distrito? La referencia de que hay muchos profesionales que están manejando taxis, no se debe a una mala educación, sino a un Estado que nunca pensó en la planificación, nunca se puso los pantalones largos al gobernar, sino que lo hizo de acuerdo a sus intereses políticos partidarios.

Hoy se quiere regular el transporte público, se ha empezado por las vías, pero ya se leen carteles en los buses y combis oponiéndose a la formalización, oponiéndose a dejar rutas en donde el pasajero es llevado como carga, en donde el chasis de la camioneta rural ha sido modificado para llevar 20 pasajeros cuando en realidad debe llevar sólo 12. ¿Algo similar queremos en educación? Estar vigilantes estos días-meses, para que no sólo se privatice la educación sino peor se introduzca la cultura combi en la educación pública.

Luis Miguel Saravia C., Educador, Lima – Perú